Memorias de Adriano, MARGUERITE YOURCENAR
En 1951 apareció la considerada obra cumbre de la
escritora francesa de origen belga Marguerite Yourcenar, Memorias de Adriano,
las confesiones, consejos y reflexiones del emperador Adriano a quien habría de
sucederle, Marco Aurelio, y a la que la escritora -primera mujer elegida para
formar parte de la Academia Francesa, en 1980- dedicó casi treinta años de su
vida.
Memorias de Adriano es, sin duda alguna, uno de los
textos más brillantes y profundos de la literatura del pasado siglo XX, y
precursora en gran medida del prestigio que el género histórico ha gozado en
las últimas décadas. La forma que le confiere Marguerite Yourcenar, la de una
larga epístola dividida en capítulos y dirigida a Marco, permite que la voz del
emperador Adriano fluya sin intermediarios y nos revele los acontecimientos de
su vida pasada y su interioridad.
En esta novela, Yourcenar reconstruye la biografía del
emperador y el contexto histórico en el que surge y se desarrolla, pero también
recrea un modo de ver el mundo y las formas en las que una mente como la de
Adriano se relaciona con él, es decir, una filosofía de la vida.
A ello habría que añadir las reflexiones de la propia
autora sobre la escritura. La confluencia de sus estudios históricos, de sus
indagaciones sobre la forma de relacionarse Adriano con las instituciones
sociales y políticas de su tiempo, la descripción de sus sentimientos
personales en los que el esclavo Antínoo es protagonista esencial, y la larga y
constante lucha de Marguerite Yourcenar con un personaje que se impone a sus
iniciales propósitos, hacen de Memorias de Adriano -que Julio Cortázar tradujo
al español- una joya de la literatura.
Como ella misma señaló en cierta ocasión: "He
pasado una gran parte de mi vida tratando de definir y luego de describir a
este hombre solo y, por otra parte, en relación con todo".
En sus cuadernos de notas a las Memorias de Adriano,
Marguerite Yourcenar recupera una frase inolvidable de Flaubert: «Cuando los
dioses ya no existían y Cristo no había aparecido aún, hubo un momento único,
desde Cicerón hasta Marco Aurelio, en que solo estuvo el hombre». Y añade:
«Gran parte de mi vida transcurriría en el intento de definir, después de
retratar, a este hombre solo y al mismo tiempo vinculado con todo».
Antinoo de BitiniaAntínoo o Antinoo fue un joven de
gran belleza, favorito y amante del emperador romano Adriano. Tras su muerte
fue deificado y se le rindió culto. Muchos de los retratos que se hicieron de
él se han conservado hasta nuestros días.
Solo con su interioridad, vinculado con todo gracias a
la posición privilegiada de quien puede abarcar en una mirada las fronteras de
su imperio y la civilización, clásica y amada, que Roma extiende por el mundo,
Adriano no se detiene en la narración de los hechos que se suceden en su vida:
el yo examina su reinado y las campañas militares, reflexiona sobre las artes,
recupera sus viajes, revive la pasión por el joven Antínoo y se enfrenta a la
muerte.
Y si uno de los aciertos de Yourcenar consiste en
«elegir el momento en el que el hombre que vivió esa existencia la evalúa, la
examina, es por un instante capaz de juzgarla», no cabe duda de que en el
juicio que Adriano hace de su existencia a las puertas de la muerte afloran las
distintas visiones del pensamiento antiguo, inflamadas, a su vez, de un amor
exaltado por el ser humano y por el mundo.
«Mínima alma mía, tierna y flotante, huésped y
compañera de mi cuerpo, descenderás a esos parajes pálidos, rígidos y desnudos,
donde habrás de renunciar a los juegos de antaño. Todavía un instante miremos
juntos las riberas familiares, los objetos que sin duda no volveremos a ver…
Tratemos de entrar en la muerte con los ojos abiertos…».
Puede que, en el fondo, no sea Marco el destinatario
de la epístola; puede que lo sea esa alma que es parte de uno mismo, tierna,
flotante, huésped y compañera; ese espíritu con el que dialogamos con cierta
nostalgia, deseosos de perpetuar las cosas amadas. La memoria, de alguna
manera, contribuye a hacer de este anhelo una realidad; pero es la escritura,
esta vez la de Yourcenar, la que garantiza a la última visión de Adriano la
perpetuidad ansiada.
Entrevista a Marguerite Yourcenar, 1983 (Subtítulos en
español):
(Fuente: https://culturainquieta.com/es/inspiring/item/14729-sobre-las-bellisimas-memorias-de-adriano-de-marguerite-yourcenar.html)
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