La ciudad de las palabras
Esplendido Alberto Manguel, un amante de la buena literatura que me hace disfruta con su libro “La ciudad de las palabras”.
«¡Vano el orgullo del sabio y del monarca!
Murieron sin tener poeta que los nombre.
¡Vana fue su codicia y vanos sus afanes!
Yacen mudos y muertos por no tener poeta.»
HORACIO, Odas IV: 9 (según la versión
de Alexander Pope, 1733)
“La lengua es nuestro denominador común. No existe sociedad humana sin lenguaje. Las palabras nos permiten establecer un intercambio intelectual y emocional, pero también un intercambio físico y material, al identificar, describir y legislar. Las palabras definen nuestro espacio y nos otorgan un sentido del tiempo. Aquí y allá, como ahora, después y antes, son creaciones verbales, al menos en cuanto nos permiten concebirlas. Las palabras confirman nuestra existencia y nuestra relación con el mundo y con los otros. En este sentido, somos creaciones de nuestra lengua: existimos porque nos nombramos y somos nombrados, y porque damos testimonio de nuestra experiencia en palabras compartidas. Ese proceso de identificación y reconocimiento, de creación y de crónica no acaba nunca, siempre está por ser dicho enteramente. Ninguna sociedad tiene la última palabra.”
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