La 'Ciberdiva' que nos pide desconectar
¿Cómo explicárselo a los adolescentes, que envían de media 3.000 mensajes de texto al mes? ¿O a sus padres, que aprovechan para contestar e-mails entre tostada y café mientras desayunan con sus hijos y los ignoran tecleando sobre su móvil? La tarea no es fácil, pero hay que empezar por algún sitio, y Turkle comenzó hace un mes atacando desde lo más alto: las conferencias TED. En esa iglesia simbólica donde la tecnología se venera como a un dios y frente a un auditorio en el que estaban desde el fundador de Twitter, Biz Stone, hasta el de Amazon, Jeff Bezos, pasando por Melinda Gates y cientos de personalidades del planeta Silicon Valley, Sherry Turkle se atrevió a decirles alto y claro: “Apaguen sus teléfonos y empiecen a vivir”. Y sorprendentemente, después de la conferencia de 20 minutos del pasado 1 de marzo, en la que explicó el daño emocional que provoca la esclavitud a la que nos hemos autosometido bajo el látigo de iPhones y blackberries, Turkle recibió uno de los mayores aplausos de su carrera.
Solos en compañía
Psicóloga y socióloga, con dos doctorados en Harvard y profesora desde hace 30 años en el MIT, esta mujer elegante y serena nacida en Brooklyn hace 64 años publicó en 2011 el libro Alone together, que podría traducirse como Solos en compañía, un título que puede interpretarse de muchas formas, pero que alude a ese mal del que ella habla: "estar solos bajo la ficción de compañía que da la conectividad constante". Se trata de la misma mujer que en 1994 escribió el libro The second self, en el que reflexionaba sobre nuestra relación con los primeros ordenadores, que ella veía como máquinas maravillosas que nos proporcionaban nuevas identidades en las que reflejarnos.
“Pero entonces no fui capaz de ver que nuestra vida real se vería truncada por nuestra existencia digital. Creía que entraríamos en Internet y lo que aprenderíamos dentro nos ayudaría a mejorar nuestra vida fuera, que nuestras experiencias digitales enriquecerían nuestra vida real, pero siempre entrando y saliendo de ella. No entendí que el futuro consistiría en vivir constantemente en simbiosis con un ordenador encendido: el móvil”, y señala el iPhone con el que la periodista graba la entrevista.
La prueba más evidente de sus temores actuales le llegaba un día después de su conferencia en TED. Sentada en el Performance Arts Center de Long Island, donde se celebraba el encuentro, Turkle se declaraba impotente: “Ha venido a felicitarme mucha gente, pero todos con el móvil en la mano. Interrumpían su sesión de e-mails para hablar conmigo un minuto y después regresaban a sus aparatos. Aquí hay algunas de las mentes más sofisticadas y brillantes del planeta, han pagado miles de dólares por venir y ¡se dedican a contestar e-mails y a colgar fotos en Facebook en vez de hablar entre ellos!”.
Lo cierto es que en el siglo XXI resulta casi imposible mantener una conversación sin que nuestro interlocutor nos coloque en modo pausa para mirar su e-mail, enviar un mensaje o responder a una llamada. Y aunque eso parece haberse convertido en la norma universalmente aceptada, cabe preguntarse qué habría de normal si cada uno de nosotros llevara una televisión a cuestas y cada diez minutos la encendiera para ver qué emiten.
Cada vez esperamos más de la tecnología y menos de los humanos. Alimentamos las relaciones que controlamos, las digitales
Hace 15 años no fui capaz de ver que nuestro futuro consistiría en vivir constantemente en simbiosis con un móvil
A lo largo de sus investigaciones, que han incluido observar la relación de los niños con sus tamagotchis o de ancianos con focas-robot (llamadas Paro) para ver qué tipo de respuesta emocional tienen los humanos ante las máquinas, Turkle ha llegado a una conclusión que no solo afecta a los jóvenes, sino a gente de 40, 50 y hasta 70 años que pese a esa brecha generacional que se vaticinó hace años es hoy tan adicta a su existencia digital como un adolescente: “Ya no sabemos estar solos, y la soledad es importantísima. Es necesaria para reflexionar, para concentrarse, para retener conocimientos, para conocernos… Nuestro uso compulsivo de los teléfonos móviles y de los ordenadores responde a nuestra incapacidad de estar solos. Pero lo preocupante es que la gente parece esperar más amor de las máquinas que de las personas. Conlleva menos riesgos: amor, amistad, trabajo, que se puede controlar desde la punta del dedo, sin las complicaciones de una relación cara a cara”.
“Cada vez más gente se cuestiona si tiene sentido estar conectado y disponible 24 horas al día. Las mejores mentes de mi generación pasan el 90% de su tiempo de trabajo contestando e-mails. ¿Te das cuenta de la pérdida intelectual que eso supone? Llevamos solo 15 años conviviendo con Internet, seguimos en pañales en cuanto a nuestra existencia tecnológica, por eso confío en que aún cambiará muchas veces nuestra forma de relacionarnos con la tecnología”. Turkle explica que entró a trabajar en el MIT porque le fascinó el mundo de la inteligencia artificial. “Pero hay que ponerle límites a la tecnología. Crear espacios libres, como la cocina o el dormitorio. Es importante enseñárselo a nuestros hijos. Crear horarios para contestar al e-mail, respetar nuestros momentos de intimidad con la gente apagando el teléfono. Por encima de todo, creo que hay que hacer una fuerte campaña a favor de la soledad. Ahora es lo que nuestra sociedad necesita con más urgencia”. (El País Semanal, nº 1852)
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