El hombre de hoy sigue siendo un esclavo
Ante tanto tertuliano arrogante que llenan nuestros medios de comunicación con estupideces, es un placer leer un libro inteligente y profundo que nos da claves para cambiar nuestro enfoque de vida, en el fondo la única manera de sanar la civilización. El libro que he tenido el placer de leer en una noche, es de un sabio de nuestro tiempo Claudio Naranjo, “Sanar la civilización” (2011, Ediciones La Llave).
“En esta obra el autor hace un estudio magistral de las características esenciales de nuestra civilización actual, reflejando el deterioro progresivo de la vida, del entorno, de la cultura y de las comunidades humanas.
Nuestra sociedad patriarcal, desde sus orígenes, se ha sustentado en una serie de valores, que difícilmente pueden sostenerse en la actualidad, y que tampoco garantizan un futuro mejor. El Dr. Naranjo retrata la patología de nuestra civilización en crisis, visible en todos los ámbitos de la vida y la cultura, y como toda crisis es un momento de “Peligro”, incluso de amenaza para la supervivencia en el planeta, y al mismo tiempo es una llamada de atención a aprovechar la oportunidad de unir nuestros esfuerzos para una transformación individual y social.
“Sanar la educación” sería un objetivo primordial para una transformación de la humanidad, ofreciendo a los educadores la posibilidad de una vía de autorrealización que les capacite para ser transmisores vivenciales de los valores específicamente humanos.”
El diario “El País” le pregunto:
El País: Usted suele hablar de "la búsqueda de la verdad"...
Claudio: Todos los grandes sabios de la humanidad, como Buda, Lao Tse, Jesucristo o Sócrates, han dicho lo mismo: el sentido de la vida es aprender a trascender nuestro egoísmo y egocentrismo para que podamos ver a los demás y al medio ambiente que nos rodea como parte de nosotros mismos. No existe la fragmentación, sólo la unidad: todos somos uno. Buscar la verdad implica cuestionar el condicionamiento sociocultural recibido para recuperar el contacto con nuestra verdadera naturaleza. No es ningún síntoma de inteligencia adaptarse a una sociedad como la actual, profundamente enferma.
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