Henry James- un clásico con hondura y verdad




“Washington Square”, magnifica novela de Henry James, que acabo de disfrutar. Tanto por sus personajes, sus diálogos y por su hondura y verdad.
Estoy de acuerdo con las palabras del critico Manuel Rodríguez Rivero y las hago mías: “Miren: lo bueno de enfrentarse a una obra maestra es que revela hasta qué punto nuestro nivel de exigencia literaria (y -ay- el de una porción de la crítica) ha descendido merced a la muy extendida falacia del "tanto vendes, tanto vales" y de la consiguiente dictadura del best seller. Los medios y la industria nos han acostumbrado a considerar -como apunta Magris en un artículo incluido en Alfabetos (Anagrama)- que el éxito y la audiencia de un libro le confieren automáticamente cierto peso cultural o moral. Y no siempre es así: de hecho, la ecuación entre éxito y valor (permanente) tiende a ser poco frecuente en literatura. Cuando se leen novelas como Washington Square se (re)descubre no sólo que su autor es un contemporáneo que tiene mucho que decirnos -a pesar de la lejanía del mundo que refleja- sino también que las (grandes) novelas son instancias insustituibles de conocimiento y fuentes de verdadera (y asequible) felicidad y consuelo. Y es en ese sentido en el que sí puede afirmarse que hay libros que le cambian a uno la vida o, al menos, le ayudan a llevarla mejor. Me sumergí en la sutil y banal historia de Catherine Sloper, a la que todos los demás personajes -y, a veces, también el astuto narrador- consideran "tonta de remate", con la sensación de estar participando en una maravillosa aventura intelectual diseñada por un mago que realmente conoce su oficio y que modela su voz y su ironía para hablarnos más allá de lo que nos muestra de modo tan convincente. Frente al realismo ramplón y la impericia técnica de algunas novelas más o menos bestseléricas -jaleadas por un sector de la crítica que se somete alegremente a la dictadura de las novedades (y a la mercadotecnia editorial)-, Washington Square brilla con luz propia. Releerla ha sido reencontrarme con esa alegría que sentimos cuando nos enfrentamos a una historia -por "menor" que esta sea (y la trama exterior de Washington Square lo es en grado sumo)- impecablemente construida, sin fisuras técnicas, sin desfallecimientos narrativos, que funciona como un delicado mecanismo bien engrasado y en el que todas las piezas se hallan donde deben estar”.

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