DEJARSE LLEVAR POR EL NIÑO QUE HEMOS SIDO


Hoy hago una entrada a unos de los grandes escritores vivos, José Saramago. Su ultimo libro “Las pequeñas memorias” es un recorrido por sus primeros años de vida, un libro que rezuma verdad. Con una escritura sentida y maestra pasa esos primeros años de la vida en que el hombre se hace y son claves en lo que será. Un pequeño gran libro, imprescindible que causa pena al ver que lo voy terminando.
Aunque esta biografía es de la infancia termino con unas palabras de Saramago sobre el otro lado de la vida, la muerte y un texto de sus memorias.


Cuando le preguntaron si teme a la muerte, el escritor contestó: «No vale la pena temerla. Cuando hay dudas sobre si algo ocurrirá o no, sí que se puede entender el tener miedo, pero la muerte nos va a llegar a todos y puede ser en cualquier momento, por lo que hay que vivir. Yo he tenido la suerte de una vida larga y con trabajo. No tiene lógica llorar por la leche derramada... Lo peor de la muerte es que pasas a no estar donde estabas antes. Yo ahora estoy en mi casa, con mi mujer Pilar [en la foto], mi jardín, mis perros, mi biblioteca, y sé que un día no estaré ahí. Y pensar eso sí que duele.»

"Pero la imagen que no me abandona a la hora de la melancolía es la del viejo que avanza bajo la lluvia, obstinado, silencioso, como quién cumple un destino que no podrá modificar. A no ser la muerte. Este viejo, que casi toco con la mano, no sabe como va a morir. Todavía no sabe que pocos días antes de su último día tendrá el presentimiento que ha llegado el fin, e irá, de árbol en árbol de su huerto, abrazando los troncos, despidiéndose de ellos, de las sombras amigas, de los frutos que no volverá a comer. Porque habrá llegado la gran sombra, mientras la memoria no lo resucite en el camino inundado o bajo el cielo cóncavo y la eterna interrogación de los astros. ¿Qué palabra dirá entonces?".

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