ESTAMBUL, UN LIBRO CON ALMA
Acabo de terminar un
esplendido libro “Estambul” de Orhan Pamuk. Lo había leído en 2007 y 11 años
más tarde lo he vuelto a releer. A veces leo un libro que
esta bien, entretenido, bien escrito... pero ocasionalmente la vida te da algo
mejor, un libro con alma. Y la alegría es muy grande.
“Estambul es un retrato, en ocasiones panorámico y en otras íntimo y personal, de una de las ciudades más fascinantes de la Europa que mira a Asia. Pero es también una autobiografía, la del propio Orhan Pamuk. La historia da comienzo con el capítulo de su infancia, donde Pamuk nos habla sobre su excéntrica familia y su vida en un polvoriento apartamento –«los apartamentos Pamuk», así los denomina– en el centro de la ciudad... Casi al final de Estambul Pamuk, un disoluto y errante estudiante de arquitectura está sentado en el piso familiar con su madre —su padre ha salido con su amante, y su hermano mayor, Sevket, estudia en Estados Unidos—, mientras ella expone con atroz precisión cómo la pasión de Pamuk, que es pintar, le llevará a la botella o al manicomio. “Todo el mundo sabe que Van Gogh y Gauguin estaban chiflados”, le dice su madre, y añade: “Te atormentarán los complejos, las ansiedades y los resentimientos hasta el día de tu muerte”. Presa de la culpa pero repugnado por la vida burguesa que su madre de buena cuna ha planificado para él, Pamuk sale a las “reconfortantes calles” de Estambul, pero no antes de experimentar una drástica conversión. En la despedida de su madre —y también del lector, ya que estas son las últimas palabras del libro— Pamuk dice: “No quiero ser artista… Voy a ser escritor”.
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