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Mostrando entradas de abril, 2023

LEILA SLIMANI, El perfume de las flores de noche

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  «Si quieres escribir una novela, la primera norma es saber decir no, rechazar las invitaciones.»  ¿Por qué aceptar entonces la propuesta de pasar una noche en el museo Punta della Dogana? A través del arte sutil de la digresión en la noche veneciana, Leila Slimani se adentra en el proceso creativo de su escritura, aborda los problemas de identidad y del pasado colonial, de moverse entre dos mundos, Oriente y Occidente, donde ella navega y se balancea, como las aguas de Venecia, ciudad cuyo sino es la belleza y la destrucción. Este libro es también un diálogo discreto, impregnado de una dulce melancolía, con su infancia en Marruecos, con su padre ya fallecido.  «Escribir es jugar con el silencio, es confesar, de manera indirecta, unos secretos indecibles en la vida real.»

CLARA JANÉS, Oriente

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  Un libro de Clara Janés es un regalo para el espíritu. Para leerlo despacio, para disfrutarlo. Su libro, “Viaje a los dos Orientes”, reúne textos que “nos acercan a culturas como la turca, la india o la japonesa y nos desvelan panoramas llenos de color y belleza, costumbres y vínculos históricos y de pensamiento que suponen ya de por sí una aventura. El viaje es una experiencia de vida y de conocimiento y, como tal, un movimiento que relaciona al que lo inicia con el espacio visitado. El impulso y el modo de emprenderlo es el oriente interior; el horizonte que se tiene por mira, el exterior, y puede ser todos los lugares, dado que la tierra es redonda y oriente es por donde sale el sol. Los lugares ofrecen variedad de paisajes, costumbres, arte, literatura y distintos modos de despertar el intelecto. El viajero curioso, en este caso la escritora Clara Janés, no puede dejar de asombrarse, anotarlo y, después, contarlo.”   Dice Adoni...

LUIS SEPÚLVEDA, Un viejo que leía novelas de amor

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      Antonio José Bolívar Proaño vive en El Idilio, un pueblo remoto en la región amazónica de los indios shuar (mal llamados jíbaros), y con ellos aprendió a conocer la Selva y sus leyes, a respetar a los animales y los indígenas que la pueblan, pero también a cazar el temible tigrillo como ningún blanco jamás pudo hacerlo. Un buen día decidió leer con pasión las novelas de amor -«del verdadero, del que hace sufrir»- que dos veces al año le lleva el dentista Rubicundo Loachamín para distraer las solitarias noches ecuatoriales de su incipiente vejez. En ellas intenta alejarse un poco de la fanfarrona estupidez de esos codiciosos forasteros que creen dominar la Selva porque van armados hasta los dientes pero que no saben cómo enfrentarse a una fiera enloquecida porque le han matado las crías.  Descritas en un lenguaje cristalino, escueto y preciso, las aventuras y las emociones del viejo Bolívar Proaño difícilmente abandonarán nuestra memoria.